Este 8 de marzo las mujeres del mundo escribirán otra página
importante en la historia de la lucha por sus derechos; en una acción sin
precedentes, en más de 20 países este día internacional de la mujer trabajadora
se está convocando a un paro, y tomaremos las calles.
En
los últimos años estamos viendo cómo día a día las mujeres se ponen al frente
de la resistencia, las trabajadoras y pobres nos enseñan cómo enfrentar los
planes del imperialismo, cómo resistir las invasiones (Siria, Palestina,
Kurdas) cómo luchar por la educación (México), cómo defender lo conquistado
(Polonia), cómo reclamar la igualdad salarial (Islandia), cómo luchar por
nuestras vidas (India, Argentina), y un largo etcétera.
Hace
un año y medio, un 3 de junio, bajo la consigna #NiUnaMenos, un grupo de
periodistas argentinas convocaron a movilizar contra los femicidios y la
violencia hacia la mujer. Ese 3J las calles de Buenos Aires quedaban chicas
ante la movilización más grande que ese país veía hasta el momento por los
derechos de las mujeres. La movilización impactó al mundo y la consigna empezó
a recorrer otros países. Mientras enfrentaban la represión, las mexicanas
gritaron lo mismo y añadieron ¡Vivas nos queremos! Y así comenzó a rodar por el
planeta la lucha femenina, acompañada por miles de trabajadores.
En
2016, muchas mujeres volvieron a salir; grandes movilizaciones cruzaron muchos
países, pero el paro de mujeres que hicieron las polacas por el derecho al
aborto, como también el paro de octubre en Argentina, marcaron una nueva
perspectiva. El gran empuje que faltaba lo trajeron las mujeres
norteamericanas, que por cientos de miles salieron a enfrentar a Donald Trump
el primer día de su mandato.
A
diferencia de lo que dice gran cantidad de grupos feministas en el mundo, esto
nada tiene que ver con un empoderamiento individual de las mujeres o con
defender nuestra “femineidad”. Esto es así porque la crisis del capitalismo es
cada vez más grande, los planes de ajuste del imperialismo y de los gobiernos
serviles son cada día más duros y golpean con mayor virulencia a las
trabajadoras y pobres, que no tienen otra alternativa que salir a pelear contra
ellos. Y es así porque esta situación se combina con la violencia machista, que
nos quita hasta la vida, provocando una ola de rechazo e indignación en todo el
mundo.
Desde
la Lit-Ci participamos con mucho entusiasmo de cada una de estas acciones,
compartimos las calles con miles de trabajadoras y trabajadores, participamos
en reuniones que organizaron las jornadas del 25 de noviembre y nos alegra que
figuras de peso internacional como Angela Davis y Nancy Fraser, le den fuerza a
la convocatoria. Nos llena de alegría que se plantee el paro de actividades
contra la violencia machista, que se crucen las fronteras, que el 8 de marzo
sea verdaderamente un día internacional de lucha, que en muchos rincones del
globo se esté hablando de nuestras necesidades.
Asimismo,
este entusiasmo no nos encandila, y creemos que si bien es un primer paso, aún
debemos dar muchos debates para evitar que la lucha por nuestra emancipación se
quede a mitad de camino. Estamos convencidas de que solas no llegaremos muy
lejos. El paso al frente que han dado las mujeres en la lucha debe estar
acompañado de la pelea que todos los trabajadores y los pueblos oprimidos
tendremos que dar contra el imperialismo. Detrás de los discursos machistas,
homófobos, racistas y contra los inmigrantes de Trump, se esconde todo un plan
de seguir descargando la crisis económica mundial en las espaldas de los
trabajadores, de los jóvenes sin trabajo, y especialmente de sus sectores más
oprimidos. Todo esto para dividir a la clase para que los ricos recuperen sus
fabulosas ganancias. Trump golpea primero a los más vulnerables, pero después
viene por los derechos de los trabajadores blancos.
Los
planes de ajuste y austeridad son sobre toda la clase obrera, afectando con
mucha más fuerza a las mujeres, los inmigrantes, los negros y la comunidad
LGBT. Nosotras somos las primeras en sentir el aumento de la carestía de vida,
porque no podemos dar a nuestros hijos alimentos, no tenemos medicinas, y
vivimos en barrios desprovistos de servicios públicos. Los recortes, la falta
de agua potable en muchos países del África, en Haití y en las zonas más pobres
del mundo, llevan un sufrimiento terrible. Muchas mujeres en la India sufren
enfermedades o son violadas en las zonas rurales porque no pueden acceder a
inodoros y los baños públicos son escasos. Los presupuestos para combatir la
violencia machista, donde existen, son escasos y tienden a desaparecer. Estamos
a merced de nosotras mismas porque los gobiernos en lugar de subir los
impuestos a los ricos y quitarles los bienes que roban los corruptos, nos suben
los impuestos y el IVA a los trabajadores y los pobres.
Vamos todos al paro y a las calles
Las
reuniones de preparación del 8M en Argentina se pronunciaron de manera unánime
por la exigencia a las centrales sindicales para que llamen al paro ese día,
del mismo modo que en otros países, movimientos de mujeres o agrupaciones
sindicales –como in Italia Non una di meno y el
Frente de Lucha No Austerity– llaman a los sindicatos de base y al resto de las
agrupaciones a parar por las mujeres el 8 de marzo. En el Brasil, el Movimiento
Mujeres en Lucha (MML) ligado a la CSP- Conlutas no solo adhirío al llamado al paro
internacional sino que ha hecho un llamado, para que lo tomen otros sectores,
como parte de la preparación de la huelga general que la clase trabajadora
necesita para derrotar el gobierno de Temer y sus proyectos de contrarreformas
sociales y laborales. El sindicato de maestros del Estado de San Pablo convocó
al gremio, mayoritariamente femenino, a parar ese día.
Tomemos
estos primeros ejemplos y vayamos más allá, hagamos en cada lugar de trabajo y
estudio reuniones, asambleas, que debatan y decidan participar del paro
mundial. Tendamos la mano a nuestros compañeros de clase para que paren o
salgan a las calles con nosotras, para que escuchen nuestras demandas, que
también son sus demandas, para que griten a nuestro lado a las conducciones
sindicales que lo tomen, para que empecemos a combatir el machismo en nuestras
filas, para que nuestros reclamos se sumen a los pliegos de lucha en cada
huelga. Hagamos ese día miles de protestas en las puertas de las fábricas, en
las plazas públicas, llamemos a movilizaciones unitarias.
Empezamos
nosotras, nos ponemos al frente y salimos por nuestros derechos, pero queremos
que nos acompañen todos los trabajadores, porque nuestra lucha es la de todos
los explotados. Por eso, este 8 de marzo paremos y luchemos todos con y
por las mujeres, así como nosotras paramos contra los despidos, contra las
leyes que recortan nuestras pensiones, por la educación pública para nuestros
hijos, los hijos de los trabajadores. Los y las que podemos parar la producción
somos la clase trabajadora, y seguramente nos tendremos que enfrentar a una
minoría de mujeres que, como Betsy DeVos, Secretaria de Educación del gobierno
Trump, es una multimillonaria, dueña de la multinacional Amway, y enemiga de la
educación pública y de las trabajadoras. La juventud estudiantil, también puede
parar o movilizar las universidades y los colegios y juntarse a las acciones
que se organicen en cada país en lo que puede ser un gran día. Un gran día para
las mujeres, un gran día de lucha de todos los oprimidos y explotados. Vamos a
decirle a los dueños del mundo que estamos en pie de lucha.
Este
8 de marzo, las mujeres trabajadoras retomaremos nuestra tradición de lucha,
esa tradición que hizo que este día fuera declarado como día internacional de
la mujer desde los inicios del siglo XX, y que tuvo un impulso extraordinario
con el triunfo de la revolución obrera en la Rusia de 1917. Porque fueron las
obreras rusas quienes en febrero de ese año, el día de la mujer, comenzaron la
revolución social más conmovedora de la historia. Las obreras y los obreros,
los campesinos pobres y los soldados de base entendieron que para que la lucha
contra el hambre, contra la violencia, contra la explotación despiadada y
contra la opresión no quede a mitad de camino, era necesario tomar el destino
de toda la sociedad en sus propias manos y comenzar a construir una sociedad
nueva, una sociedad socialista. Y esa historia la queremos repetir en todo el
mundo.
¡Basta
de feminicidios y de violencia machista!
¡No
a los recortes y por plenos derechos para las mujeres!
¡Salario
igual para trabajo igual!
¡Defensa
de los derechos maternos y despenalización del aborto!
¡Contra
el machismo y toda forma de opresión!
¡Fuera
Trump y el imperialismo!
¡Por
el fin del capitalismo, viva el socialismo!
Secretaría
Internacional de Mujeres – Liga internacional de los Trabajadores – Cuarta
Internacional
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